Un artículo de Forbes explica que la naturaleza de los virus, como el coronavirus SARS-CoV-2, puede mutar en los procesos de replicación que se producen en el entorno e incluso en el cuerpo humano.
El proceso de mutación del coronavirus
En el caso del coronavirus del SARS-CoV-2, se hace más fuerte cuando infecta a una persona o consigue evadir su sistema inmunitario. La mutación se produce cuando una partícula vírica se duplica dentro de una célula. Si el material genético se replica incorrectamente y se produce un error, se produce una mutación.
En este sentido, cuando uno de los virus que produce la mutación no puede ser inmunizado, se considera una nueva variante o cepa.
La mutación que se produce en el virus no tiene por qué ser mejor que la del virus original del que procede, pero el proceso de replicación se produce miles de veces en miles de millones de células de millones de personas, por lo que aumentan las posibilidades de que surjan cepas más fuertes y peligrosas.
Mayor capacidad de multiplicación en los inmunodeprimidos
Además, las mutaciones tardan en acumularse en el organismo, pero el coronavirus del SARS-CoV-2 puede acumularse más fácilmente en personas con infecciones crónicas de larga duración, porque el sistema inmunitario del paciente es más débil o se ha visto afectado por el uso de fármacos como los tratamientos de quimioterapia.
Un estudio realizado por la Universidad de Michigan evaluó a un paciente con antecedentes de linfoma que se infectó con el coronavirus. El paciente recibió tratamiento para la enfermedad durante cuatro meses, lo que dio tiempo a que el virus mutara y a que nueve de estas mutaciones se acumularan lo suficiente en su cuerpo como para quedar "fijadas".
Por ello, Adam Lauring, director de la investigación, señaló lo difícil que puede ser erradicar un virus que actúa de esta manera, especialmente en pacientes inmunodeprimidos que son una fuente activa de transmisión.